- Joseph McCoy
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Para algunos, este mundo es un lugar decepcionante. La gente no viene por nosotros. Las instituciones, las empresas, los políticos y los vendedores ambulantes de productos con frecuencia prometen en exceso y no cumplen. La felicidad parece ser un espejismo. Un sueño tenue que baila frente a ti pero que permanece justo más allá de tus dedos. Esperas una cosa pero recibes constantemente otra ...
Y ahí radica el problema. Tus expectativas dictan tu nivel de felicidad..
Su sentido del derecho alimenta sus expectativas
Nuestras expectativas determinan cuán felices somos en última instancia..
Las sorpresas, ya sea una fiesta de cumpleaños, un regalo, una visita o solo un pequeño acto de amabilidad, son tan especiales e impactantes por una razón fundamental: son inesperadas. Es difícil ser decepcionado por lo aleatorio y no anticipado. No estás atado a la experiencia previa a su materialización. Lo aceptas tal como está y estás abierto, sin inhibiciones, y tu mente no se contamina con tus propias nociones preconcebidas. Puede experimentar y luego juzgar en función de lo que realmente ocurrió, no de lo que imaginó..
Entonces, ¿cómo reducir y gestionar sus expectativas?
Primero debes dirigirte y lidiar con tu propio sentido de derecho. Todos, hasta cierto punto, creen que se les debe algo. La verdad no es ni el mundo, la vida, o Dios te debe nada. Período. No tenemos derecho a la buena salud, a la riqueza, al éxito, a las posesiones materiales, ni siquiera al amor. La realidad fea y desnuda es que cuando entramos en este mundo, somos un lienzo en blanco. Todos somos iguales. Nos tratan un conjunto específico de circunstancias y debemos responder en consecuencia.
La gratitud es el remedio para la mentalidad del derecho. La felicidad genuina viene con la comprensión de que cada buena experiencia es un regalo y cada experiencia desagradable es una oportunidad. Y estar agradecido por ambas.